Es un diseño principalmente geométrico, que se ha usado en distintas culturas a modo ceremonial, como amuleto o como herramienta de meditación. Hallamos variedad de ellos en todas las culturas antiguas, así como también se manifiestan espontáneamente tanto en el dibujo de los niños como en el de personas con ciertas patologías mentales; hecho que propulsó el estudio de dichas formas desde la psicología – sobre todo las corrientes junguiana y gestáltica -.
Definitivamente no. Sin embargo es común que se generen «simpatías» o «antipatías» con determinadas formas y colores, pero esa situación puede ir variando con la etapa de vida, el momento emocional o circunstancias especiales. Un mandala que rechazamos de plano en un momento puede luego atraernos tanto que queramos tenerlo con nosotros.
En cierto modo los que generamos el proceso de curación somos nosotros mismos, en la mayoría de los casos sin intervención de la voluntad y de manera inconsciente. El mandala logra una reconexión con nuestro Ser interno, que tiene la sabiduría necesaria para otorgarnos las experiencias que necesitamos en nuestro camino. Cualquier práctica que realicemos con mandalas: meditación, concentración, realización, pintura, etc., genera un paulatino desarrollo de ciertas cualidades beneficiosas a nivel mental, como la concentración, paciencia, calma, armonía y bienestar; y también otras reacciones en la química cerebral que estimulan el sistema inmunológico. Este es el sentido en el que debe tomarse el poder curativo de los mandalas.
Definitivamente sí. El arte de dibujar y pintar es en gran medida un entrenamiento, y salvo que tengamos serios problemas motrices, podremos realizar algunos mandalas. A medida que pase el tiempo nuestras destrezas se irán incrementando y lograremos ganar seguridad para dibujar mandalas cada vez más complejos, aunque eso no quiere decir que los mandalas simples sean exentos de significados.
Cierta gente cree que un mandala puede ser tomado casi como una usina generadora de energía. Si bien esto es correcto, sólo lo es en un plano sutil, por lo tanto nada «extraño» va a pasar si lo miramos «demasiado», o si lo tenemos en contacto permanentemente. También es cierto que algunas personas particularmente sensibles, o aquellas con un alto grado de entrenamiento en meditación, pueden sentir cambios vibracionales en presencia de ciertos mandalas. .
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